El cajón de "Cosas que algún día pueden servir para algo"
Muchas mujeres critican a los hombres por juntar basura, por llenarles la casa de cosas inútiles que encontraron por la calle, o por guardar cosas rotas que ya no cumplen su función. Está muy claro que están completamente equivocadas, y esto sucede porque tienen una idea equivocada de lo que es la basura, asumen que, como la energia en la física, existe un elemento entrópico en la basura; pero no es asi. El concepto es muy simple, todos sabemos que las cosas que usamos tienen una vida util, se rompen y en ese momento se convierten en basura, pero lo que solo los hombres parecemos saber es que estos elementos pueden algun día dejar de ser basura para ser utiles nuevamente. El elemento útil que se convierte en basura puede volver a ser un elemento útil bajo una nueva forma. Por ejemplo, ese viejo estuche de unos anteojos de sol de imitación terciopelo que ahora quedó abandonado porque los anteojos se rompieron puede convertirse en una billetera secreta agarrada con un alfiler de gancho en la ropa interior (especialmente práctico para cuando hay que transportar con uno cantidades superiores a los 50$).
Yo me he tomado la libertad de llevar este concepto un poco mas lejos y tengo un cajón de mi placard especialmente rotulado como "Cosas que algun día pueden servir para algo", debo confesar tambien que este cajón tiene algunas pequeñas sucursales por distintos ricones de la casa. Pero ahora voy a ocuparme de este cajón principal, detallando su contenido:
Basicamente ese es su contenido, sin entrar en mucho detalle ni mencionar un montón de artículos mas pequeños como clables, resortes e imanes, que andan sueltos por ahi. Al menos creo que la idea está clara, y quedó sobradamente demostrado que sería casi un crimen imperdonable deshacerse de todas estas cosas. Solo basta imaginarse el sufrimiento de una persona que despues de haber tirado descuidadamente una virome BIC porque no andaba necesite rebobinar un cassette o rascarse una oreja.
1 Comments:
Pero, por ffavor...
Las mujeres yerran sólo por arrebatos pasionales, toda otra equivocación es puramente intencional; detrás del error femenino alguna especulación hay. Sospeche, varón, sospeche. Esta no es una postura feminista, no vaya a creer, la eficacia de la mujer no está sustentada por su devenir lógico, sino por su vileza. Olfato nos sobra, uno conoce claramente su debilidad y se ha perfeccionado, día a día, elaborando cientos de recursos ingeniosos. Tenemos mañas, señor, para aprovechar artes menores para causar efectos mayores. Oyó hablar del terrorismo? de eso se trata. Así que si de aprovechar rudimentos hablamos, nadie mejor que una mujer para saber qué es útil y qué no. Esos deshechos que usted, y el resto de los hombres del mundo, almacena en un cajón, son basura de la más explícita.
Mis ojos han visto demasiado: hombres que ni siquiera se resignan a desprenderse de un calzoncillo cuyo elástico ha renunciado en los albores del '80; calzones que una, para no suscitar una discusión, mancha intencionalmente con lavandina a los efectos de ver si el escrúpulo arriba a la conciencia de su devoto usuario... y así y todo se lo pone. Calzones que hay que tirar secretamente, para ver luego al macho desconsolado rondar por la casa buscándolo, llamándolo por sus mil nombres, hasta que de mala manera acepta ponerse uno nuevo y se queja toda la semana diciendo: "este calzoncillo me coje".
Si una revisa los bolsillos de su galán, no encontrará nunca el teléfono de una bataclana; en su lugar hallará tornillos, clavos, cables, imanes, pelusa, 10 centavos, una pastilla chupada, más tornillos. Tesoros de basura que irán a parar a un cajón que para ellos es el rincón más sagrado del hogar, mientras que a nosotras se nos antoja el más repulsivo. Y que no falte nada, eh! porque se dan cuenta e inventan un pretexto para utilizar justo esa porquería que usted tiró y le hacen creer que el mundo se viene abajo por causa de ese pecado diciendo: "Ahora que lo ´tirastes´ no sé qué vamos a hacer". Ahh... mire si he visto cosas...
Pero es así; reventarán los cielos, los jinetes del Apocalipsis vendrán para derramar sobre la tierra sus copas fatales, se agitarán los astros en el vientre inconsolable del Universo y el Fin encontrará a mi amigo G. sentado en el piso, frente al consabido cajón, rebobinando un cassette con su lapicera gastada para que la Divinidad se impresione y se entere, de una vez por todas, que ÉL no ha vivido en vano. Pero, por ffavor...
Urania.
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